Declaración de intenciones

jueves, 16 de octubre de 2008

... Hace unos años cayó en mis manos un librito del ensayista, pedagogo y filósofo José Antonio Marina donde recopilaba, ampliándolos, una serie de artículos de su cosecha publicados a lo largo de la pasada década en distintas revistas culturales. En ellos investigaba distintos fenómenos agrupables en torno a una misma problemática intelectual que toma conciencia de sí misma con la pregunta lanzada por Jean Baudrillard y que encabeza este blog: "¿Y después de la orgía, qué?" La ultramodernidad, contestaba Marina a lo largo de 260 páginas.

Este blog pretende seguir el hilo conductor del programa de investigación ultramoderno inaugurado por Marina con el fin de aplicarlo sobre aquellas cuestiones de la actualidad que me resulten llamativas. Para ello trataré de atenerme a las líneas maestras establecidas por el propio autor en su "Crónicas de la ultramodernidad" (Ed. Anagrama, 2000), explícitamente en la sección "Manifiesto ultramoderno" (pag. 57 y ss.), la cual reproduciré y comentaré en posteriores rasguños, y de la que ahora ofrezco un sucinto anticipo a modo definitorio.


"¿Pero qué es la ultramodernidad? Ante todo una teoría de la inteligencia. La modernidad identificó la inteligencia con la razón. La posmodernidad con la creación estética. Aquella se movía bien en lo universal, pero olvidaba lo concreto y no sabía qué hacer con los sentimientos. Ésta se despepita por la diferencia pero no sabe cómo llegar a lo universal. Los ultramodernos creemos que el trabajo de la inteligencia es a la vez más humilde y más trascendental. Su función es dirigir el comportamiento para salir bien parados de la situación en la que estamos."

Presenta Marina a la ultramodernidad como el producto más elevado de una inteligencia que, vuelta hacia sí misma, se descubre enajenada por aquellas interpretaciones culturales que la confundieron con algunas de sus más distinguidas creaciones. Así, la conquista de la razón y la coronación del ingenio -ciencia y estética- habrían sido los grandes atractores en torno a los cuales habrían orbitado las ideas surgidas durante las eras moderna y posmoderna, respectivamente. Pero esta dialéctica entre la búsqueda de lo universal y el elogio de la individualidad nos ha metido en una serie de paradojas que, como tales, sólo pueden ser resueltas replanteando los términos del debate. La labor de una inteligencia ultramoderna será establecer el dominio legítimo de cada una de sus facultades, desde la intelectiva hasta la creativa. Es decir, se regulará a sí misma dándose su deber ser, y por añadidura transformará al mundo con respecto al cual se conduce explicándolo y transfigurándolo.

1 comentarios:

Daniel Vicente Carrillo 6 de noviembre de 2008, 13:52  

Mejor "Era ultramoderna" que "Diálogos con Roca", que siempre me hacía pensar en un esquizofrénico defecando.

Un saludo.

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