¿Por qué nadie defiende a los no fecundados?
domingo, 29 de marzo de 2009
... Ya está bien de mirar para otro lado mientras delante de nuestras narices son asesinados cada día millones de seres humanos no fecundados tirándolos a la papelera del váter. ¿Qué culpa tienen esos inocentes de que no haya podido llegar un espermatozoide a la trompa de Falopio? La mujer es responsable de que cada uno de sus gametos no logre seguir desarrollándose como dicta su naturaleza, ya que no hace todo lo que está en su mano por asegurar su derecho a la vida. La figura legal correspondiente es la negligencia con resultado de muerte, y se castiga en el caso de los niños nacidos.
En este caso no puede culparse a ningún tercero. Es la mujer la que se cree con la libertad de decidir por sí misma si yace o no con varón, a sabiendas de que una negativa supondrá una segura condena de muerte para su óvulo. Si pudiéramos oirlo, el ovocito nos pediría a gritos las sustancias que le aporta el espermatozoide y que necesita para empezar a dividirse y crecer, de la misma forma que un cigoto reclama las sutancias que le aporta la sangre materna para llegar a la etapa de embrión, y de ahí hasta la de feto y más.
La vida humana se desarrolla sin solución de continuidad desde la producción de los gametos masculino y femenino hasta la muerte, a pesar de que en las primeras etapas la distancia entre éstos sea mayor que en el momento de la fecundación. Ello no es excusa, puesto que la física nos enseña que siempre existe espacio entre las partículas, incluso en el seno de la materia más densa. ¿Vamos a discriminar a un no fertilizado por el mero hecho de que la distancia entre los cromosomas de cada pareja es unos órdenes de magnitud mayor que cuando el espermatozoide logra penetrar en el núcleo del gameto femenino? ¡La distancia no puede ser excusa para matar óvulos y espermatozoides qu
e no han tenido la ocasión de acercarse! El niño de la imagen no es más que un óvulo al que se le ha proporcionado lo que necesita para desarrollarse. ¿Cómo podemos matarlo sin remordimientos?
La moral no puede hacer discriminaciones por razones de espacio, puesto que la dignidad es algo intrínseco a la condición humana que no depende de tamaños o distancias. ¿O acaso un óvulo no tiene condición humana? ¿Puede, acaso, llegar a dar un hipopótamo? No, o muere o llega a dar un bebé como el del cartel de la campaña antiabortista de la Conferencia Episcopal Española. ¿Qué tipo de sociedad enferma es la que se lava las manos ante semejante diatriba? Los que somos coherentes con la cultura de la vida y despreciamos la cultura de la muerte debemos condenar y condenamos la eliminación de toda potencialidad humana desde su origen auténtico.
En este caso no puede culparse a ningún tercero. Es la mujer la que se cree con la libertad de decidir por sí misma si yace o no con varón, a sabiendas de que una negativa supondrá una segura condena de muerte para su óvulo. Si pudiéramos oirlo, el ovocito nos pediría a gritos las sustancias que le aporta el espermatozoide y que necesita para empezar a dividirse y crecer, de la misma forma que un cigoto reclama las sutancias que le aporta la sangre materna para llegar a la etapa de embrión, y de ahí hasta la de feto y más.
La vida humana se desarrolla sin solución de continuidad desde la producción de los gametos masculino y femenino hasta la muerte, a pesar de que en las primeras etapas la distancia entre éstos sea mayor que en el momento de la fecundación. Ello no es excusa, puesto que la física nos enseña que siempre existe espacio entre las partículas, incluso en el seno de la materia más densa. ¿Vamos a discriminar a un no fertilizado por el mero hecho de que la distancia entre los cromosomas de cada pareja es unos órdenes de magnitud mayor que cuando el espermatozoide logra penetrar en el núcleo del gameto femenino? ¡La distancia no puede ser excusa para matar óvulos y espermatozoides qu

La moral no puede hacer discriminaciones por razones de espacio, puesto que la dignidad es algo intrínseco a la condición humana que no depende de tamaños o distancias. ¿O acaso un óvulo no tiene condición humana? ¿Puede, acaso, llegar a dar un hipopótamo? No, o muere o llega a dar un bebé como el del cartel de la campaña antiabortista de la Conferencia Episcopal Española. ¿Qué tipo de sociedad enferma es la que se lava las manos ante semejante diatriba? Los que somos coherentes con la cultura de la vida y despreciamos la cultura de la muerte debemos condenar y condenamos la eliminación de toda potencialidad humana desde su origen auténtico.